Mi cuerpo, mi placer: Hablando de la biblia de la vagina.
Del placer sexual de una mujer se sabe tan poco que parece mentira, el cuerpo de una mujer es un territorio desconocido, incluso para quienes lo habitan. ¿Vaginas y vulvas? ¿Clítoris y punto g? ¿Eyaculación femenina y orgasmos? ¿Clímax? Cuando hablamos de la educación sexual femenina existen grandes interrogantes que han sido ocasionados por las creencias de pecado e impureza que rodea el reconocimiento del cuerpo de las mujeres.
Es hora de hablar del cuerpo de las mujeres sin miedo a castigos sociales, eliminando la vergüenza y la culpa de los cuerpos, dejar ir esos significados sociales que han esclavizado y enfermados a nuestra especie.
Por ello, en esta ocasión hablaremos sobre la información que la doctora Jen Gunter nos relata en el capítulo 4 de “la biblia de la vagina”. Estaremos conversando sobre aquellos conocimientos que te permitirán como mujer no solo conocer tu cuerpo, sino hacerte dueña de tu placer y salud.¿Vergüenza de la educación sexual femenina?
El primer tema que la doctora Jen Gunter tratar en su capítulo “Placer femenino y educación sexual” es el gran desconocimiento que tiene la sociedad general de la sexualidad. Cree que esta ceguera sexual es producto de una perspectiva estereotipada de la realidad social, definiendo la sexualidad femenina como sucia, permitiendo que la vergüenza llegue hasta la consulta médica. Algunos médicos, incluidos los ginecoobstetras, se sienten incómodos hablando de sexo con las mujeres porque no han recibido suficiente preparación, o ninguna, para este tipo de conversación, ocasionando que las afecciones que se presentan en las relaciones sexuales de esta acaben siendo minimizadas. Son muchas las mujeres que sufren durante años sin saber que presentan un problema diagnosticable y tratable.
De esta forma, la insatisfacción sexual de las mujeres se convierte en una normalidad que ha sido ignorado hasta la modernidad. Tal vez de esa insatisfacción haya nacido la necesidad de romantizar las relaciones sexuales y priorizar el deseo de la pareja, convirtiendo la satisfacción del otro la satisfacción propia. Pero eso no es cierto, el orgasmo de tu pareja no es el tuyo.
Entonces, ¿cómo lograr sexo satisfactorio?
Para ello debemos hablar del funcionamiento, el órgano sexual femenino, la vagina. En este órgano, cuando se habla de placer, existe una estrella de rock, El clítoris. Físicamente, desde la perspectiva de la estimulación pura y dura, el clítoris es la estructura anatómica más importante de la sexualidad femenina. Eso no significa que no haya mujeres capaces de alcanzar el orgasmo mediante la estimulación de los pezones o anal; únicamente implica que el clítoris ha evolucionado para el placer sexual y casi siempre hay respuesta clitoridiana cuando otras zonas erógenas son activadas. Es curioso constatar que la zona del cerebro involucrada en la reacción a la estimulación de los pezones se solapa con el área que interpreta las sensaciones clitoridianas.
Ahora bien, ¿Qué sucede cuando hay excitación sexual?
El aumento de irrigación sanguínea en la vagina y la vulva provoca agrandamiento del clítoris, hinchazón de la vulva y trasudación vaginal (humedad o lubricación). El tercio inferior de la vagina tiende a tensarse y los dos tercios superiores pueden dilatarse. La parte alta de la vagina y el útero se elevan ligeramente.
El orgasmo es la contracción rítmica de los músculos que envuelven la vagina (los músculos del suelo pélvico). Estas contracciones son de tipo reflejo, lo que significa que los nervios y los músculos coordinan la acción sin la intervención consciente de tu cerebro. Contraer los músculos del suelo pélvico voluntariamente (ejercicios Kegel) no desencadena el orgasmo, aunque muchas mujeres afirman que la constricción voluntaria de esos músculos puede incrementar la excitación.
El orgasmo femenino —las contracciones de los músculos del suelo pélvico— acostumbra a durar de 5 a 60 segundos. Dichas contracciones se producen en intervalos aproximados de 0,8 segundos (una detrás de otra), y en muchos casos se tornan cada vez más largas, pero más débiles. En un orgasmo se suelen producir entre 3 y 15. El clímax aparece acompañado de una sensación de bienestar y/o liberación de tensión. Lo fascinante es que los hombres y las mujeres describen la sensación del orgasmo en términos casi idénticos.
Para algunas mujeres, el glande del clítoris posee demasiada sensibilidad como para soportar el contacto directo durante los preliminares o el acto sexual, por cuanto alberga la máxima densidad de nervios. Aquellas que no toleran un vibrador o la estimulación manual directa del glande tal vez prefieran la lengua. También podrían resistir mejor el roce si colocan un trozo de tela fina entre el vibrador o los dedos y el clítoris.
Por fortuna, como el clítoris se ramifica alrededor de la uretra, se extiende hacia el interior de la vagina y está ubicado debajo de los labios, es posible estimularlo de muchas maneras creativas sin tener que tocar directamente el glande. Por ejemplo, un vibrador con una superficie más ancha se puede presionar contra la abertura vaginal para estimular los pilares. Es divertido observar el tamaño y la ubicación del clítoris y discurrir distintas formas de activarlo.
Con todo lo anterior, se afirma que la duración ideal del coito heterosexual, según una investigación llevada a cabo por sexólogos estadounidenses y canadienses, sería de 3 a 7 minutos (entre 1 y 2 minutos se considera demasiado breve y más de 10, excesivamente largo.)
Según otro estudio, las parejas heterosexuales constatan una media de 11-13 minutos de preliminares y 7-8 minutos de coito. En general, los hombres estiman la duración del juego previo y la penetración más larga que las mujeres. Tanto unos como otros afirman desear más preliminares y un coito más largo.
¿Y el famoso punto g?
La idea del punto G, identificado por el doctor Ernst Gräfenberg en 1950, asentó el mito del orgasmo vaginal. Según dicen, se trata de un punto mágico ubicado en la pared vaginal (debajo de la vejiga) cuya estimulación excita a las mujeres.
La doctora Jen en su investigación descubrió que el artículo original del doctor Gräfenberg no habla de un punto concreto. El texto en realidad se titula «El papel de la uretra en el orgasmo femenino» y describe una «zona erógena» en la zona delantera de la vagina, próxima a la uretra y a la porción inferior de la vejiga.
Existe una alta probabilidad de que estuviera describiendo el cuerpo, la raíz y los bulbos del clítoris según rodean la uretra. Como era de esperar, los abundantes estudios realizados no han encontrado ninguna estructura macroscópica al margen de la uretra, el clítoris y la pared vaginal en el llamado «punto G». La zona inferior de la vagina, próxima a la uretra, es fuente de placer para muchas mujeres porque ofrece acceso al clítoris, pero requiere la estimulación adecuada; no es un camino directo al orgasmo.
Las observaciones anatómicas realizadas con la técnica IRM (imagen por resonancia magnética) revelan que el pene tiende a presionar el clítoris durante el acto sexual, lo que explica por qué algunas mujeres alcanzan el orgasmo únicamente con la penetración. Él usó del ultrasonido para observar el clítoris durante la masturbación externa y en el transcurso de la penetración vaginal indica que ambos provocan su ingurgitación.
Eso significa que el roce externo de la vulva o el vestíbulo interno mediante un pene, los dedos, la lengua o algún juguete produce idénticos resultados: la estimulación del clítoris. Incluso la manipulación de los pezones, una caricia que muchas mujeres consideran erótica, activa una zona del cerebro que se solapa con el área que interpreta las sensaciones procedentes del clítoris. La función de este órgano no es otra que sumar y amplificar el placer. Todos los caminos del goce llevan al clítoris.
Todavía nos queda mucho por tratar sobre la sexualidad femenina; sin embargo, damos el primer paso y recurrimos a una profesional en el área para evitar el aumento del desconocimiento y la desinformación. Te invitamos a leer el capítulo y a comentar con nosotros que piensas de esta nueva información. Seguramente estarás tan impresionada como yo sobre lo poco que sabemos de nuestro placer.
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